MUJER: Más que un estereotipo andante
Por: Selene Revilla-Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNP
Mujer una palabra de cinco letras que denota inspiración de vida y amor, una palabra que a lo largo de los años ha sufrido por culpa de la desigualdad económica, laboral y social, una palabra que ha hecho y sigue haciendo grandes transformaciones en el mundo, una palabra que ha provocado y provoca grandes luchas cuando se siente amenazada, una palabra que que hoy en día es conmemorada, por la valentía, fuerza y coraje que se nos atribuye.Por el día internacional de la mujer, el lema de Naciones Unidas es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible", puesto que explican que existe un vínculo fundamental entre género, equidad social y cambio climático y reconocer que, sin igualdad de género hoy, el futuro sostenible y equitativo seguirá estando fuera de nuestro alcance.
Precisamente considero que el futuro sostenible es un futuro incierto, puesto que la palabra mujer no es más que el sexo débil que debe ser subordinado por el hombre, una ama de casa que debe dedicarse fielmente al hogar, a los hijos y a complacer al esposo, una palabra que sigue siendo invisibilizada careciendo de igualdad de género y de igualdad de oportunidades, ocultando el hecho de que la mujer desde la prehistoria son quienes condujeron las sociedades antiguas y se convirtieron en las primeras agricultoras, siendo el pilar fundamental de la vida humana.
Desde que tengo memoria, siempre he escuchado la frase “un sexo fuerte y otro débil” pero ¿cómo se puede vivir con dignidad humana en el mundo que reduce un sexo para que el otro se valore como uno? Claro está que la diferencia sexual es la causante de muchas otras diferencias.
Mi abuela, me contaba que creció en un entorno de mucho machismo, ella siendo la mayor de ocho hermanos, se dedicaba a cuidarlos, sus padres no le dieron educación porque precisamente tenían la idea de que sólo para atender había llegado a este mundo. A la edad de 18 años, su padre la encomendó a mi abuelo, marchitando sus sueños y metas que tenía por cumplir. A partir de allí, junto con mi abuelo se dedicaron a la agricultura, a sembrar y a cosechar sus frutos, pero era ella quien alimentaba a los hijos, se amanecía regando sus sembríos, y rogando para que llueva en época de aridez.
Mi madre por otro lado, como es la mayor de tres hermanas, ayudaba a mis abuelos, sin embargo, decidida a cambiar su futuro viajó a esta ciudad (Piura) y logró culminar sus estudios. Aquí conoció a mi padre, tuvieron una familia, pero ella era y sigue siendo el motor de este hogar, ella alimenta a sus hijos, les brinda educación y una vida digna de la cual mi padre se libró.
La palabra mujer, es el centro de vida, es un ser humano valiente y capaz, una persona real, que merece ser tratado como tal, más no un estereotipo andante que debe ser subordinada, definida desde y por el hombre.
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